OLIVERIO GIRONDO

Viajero incansable, irreverente, eternamente lúdico con las palabras y en su actitud frente a la vida, fue capaz de transitar durante quince días por las calles porteñas con un espantapájaros sobre una carroza fúnebre a fin de promocionar la salida de su libro Espantapájaros.





En 1927 le solicitaron a Girondo una autobiografía para una antología de poesía a publicarse. La respuesta del escritor finalizaba de la siguiente manera: "Invente la vida más chata y más inútil y adjudíquemela sin remordimientos... cualquier cosa... menos forzarme a reconocer que soy un hombre sin historia".




Oliverio Girondo nace en Buenos Aires el 17 de agosto de 1891 en el seno de una familia económicamente holgada. Los viajes comienzan desde muy temprana edad. En su infancia conoce Europa y, más tarde, realiza sus estudios secundarios en escuelas de Inglaterra y Francia. En su primera juventud llega a una negociación con sus padres: acuerda con ellos que seguirá la carrera de abogacía si, periódicamente, a modo de retribución, tienen el buen gesto (y el buen gusto) de subvencionarle viajes a Europa. Buena parte de esa experiencia trashumante quedará reflejada en su obra, especialmente la de la primera época. Los viajes a Europa le permiten, además, mantener relaciones literarias y amistosas con artistas de ese continente, amén de que le posibilitan mantenerse siempre al tanto de las corrientes estéticas más novedosas. Los años "20 encuentran al poeta viajando, publicando su obra (Veinte poemas para leer en el tranvía fue su primer libro publicado en 1922) y fundando y colaborando en la mítica publicación Martín Fierro una revista quincenal de arte y crítica libre. El nombre de dicha revista es un homenaje a una estrofa del Martín Fierro, el poema nacional de Argentina escrito por José Hernández. La independencia en la opinión y la separación respecto a la tradición se veía reflejada en esta estrofa:



De naides sigo el ejemplo,
naide a dirigirme viene
yo digo cuanto conviene,
y el que en tal güeya se planta,
debe cantar, cuando canta,
con toda la voz que tiene.



En 1926, en un almuerzo organizado por esa legendaria revista en honor de Ricardo Guiraldes, conoce a Norah Lange, quien será su esposa.
La década del "30 es la del desmembramiento martinfierrista; es también a principios de esos años cuando, tras un largo período de residencia dividida entre Europa y América, Girondo se establece en Buenos Aires.
En 1943, luego de una duradera relación, el escritor se casa con Norah Lange, y recorren Brasil durante seis meses. Enrique Molina dirá de esa pareja: '"Imposible pensar a Oliverio sin Norah. Existía entre ambos una unidad total, una manera de identificarse, de acompañarse, de responderse el uno al otro a cada gesto. Su casa se transforma en una suerte de centro donde se realizaban reuniones culturales por donde desfilan en legendarias tertulias, Olga Orozco, Alberto Vanasco y Edgard Bayley, entre otros. Para recibir a los visitantes estaba el espantapájaros que había sido protagonista de la campaña promocional del libro del mismo nombre.
En la década del "50, Girondo empieza a pintar frecuentemente con un marcado tono surrealista, a pesar de que se niega sistemáticamente a exponer su producción.
En 1961, sufre un grave accidente que lo deja mermado físicamente hasta su muerte, el 24 de enero de 1967.




No sólo escribía poesía, aquí una pequeña muestra:


- No hay que confundir poesía con vaselina; vigor, con camiseta sucia.



- La poesía siempre es lo otro, aquello que todos ignoran hasta que lo descubre un verdadero poeta.



- Con la poesía sucede lo mismo que con las mujeres: llega un momento en que la única actitud respetuosa consiste en levantarles la pollera.



- En arte, como en poesía, nada más importante que el recuerdo, ni tan indispensable como saber olvidar.




Fuente: Revista "Lea" Nro. 30, noviembre 2004