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Julia de Burgos-última parte







La obra de Julia de Burgos se caracteriza por su singular fuerza, por ese apasionado romanticismo conque desarrolla de una manera mística y metafísica la naturaleza y el amor. La hondura y calidad de su producción poética, su extraordinaria capacidad para reflejar los problemas de la mujer de su tiempo, así como las excepcionales circunstancias que rodearon su vida y su muerte, han hecho de ella una de las figuras más fascinantes no sólo de las Letras puertorriqueñas de la primera mitad del siglo XX, sino de toda la literatura hispanoamericana contemporánea.
Se han hechos muchos análisis de la obra de Julia de Burgos, se ha dicho por ejemplo que su poesía es demasiado intuitiva y carente de una forma depurada; que sus poemas tienen perfecto balance de fondo y forma, e incluso algunos han calificado sus letras como poco originales y un tanto cursis.
Otros han pretendido encontrar un corte filosófico en los versos valorando los mismos de acuerdo a la profundidad de las ideas tocadas por la autora. De la misma forma , otros estudios han intentado ver los poemas de Julia como documentos por medio de los cuales se logra el análisis psicoanalítico del poeta.
De cualquier manera el feminismo de Julia de Burgos y la audacia con que toca los temas cotidianos hacen de ella un icono vanguardista de principios del siglo XX.
Los poemas de Julia de Burgos son la fuga apasionada de un desenfreno vital que se trasluce en un amor por los sueños de un pueblo, de una familia, de una naturaleza, de una mujer. De ahí que sus metáforas sean los devenires de una vidente que sólo permitirá que la nombren: Poeta.
Esta relación con la muerte y su devenir Julia la deja traslucir en
“ poema para mi muerte”



(Ante un anhelo)


Morir conmigo misma, abandonada y sola, en la más densa roca de una isla
desierta. En el instante un ansia suprema de claveles, y en el paisaje un trágico
horizonte de piedra.

Mis ojos todos llenos de sepulcros de astro, y mi pasión, tendida, agotada, dispersa.
Mis dedos como niños, viendo perder la nube y mi razón poblada de sábanas
inmensas.

Mis pálidos afectos retornando al silencio

--¡hasta el amor, hermano derretido en mi
senda! -- Mi nombre destorciéndose, amarillo en las ramas, y mis manos,
crispándose para darme a las yerbas.

Incorporarme el último, el integral minuto, y ofrecerme a los campos con limpieza
de estrella doblar luego la hoja de mi carne sencilla, y bajar sin sonrisa, ni testigo a
la inercia.

Que nadie me profane la muerte con sollozos, ni me arropen por siempre con
inocente tierra; que en el libre momento me dejen libremente disponer de la única
libertad del planeta.


¡ Con qué fiera alegría comenzarán mis huesos a buscar ventanitas por la carne
morena y yo, dándome, dándome, feroz y libremente a la interperie y sola
rompiéndome cadenas !

¿ Quién podrá detenerme con ensueños inútiles cuando mi alma comience a cumplir
su tarea, haciendo de mis sueños un amasijo fértil para el frágil gusano que tocará a
mi puerta ?

Cada vez más pequeña mi pequeñez rendida, cada instante más grande y más
simple la entrega; mi pecho quizás ruede a iniciar un capullo, acaso irán mis labios a
nutrir azucenas.

¿ Cómo habré de llamarme cuando sólo me quede recordarme, en la roca de una
isla desierta ? Un clavel interpuesto entre el viento y mi sombra, hijo mío y de la
muerte, me llamarán poeta.

Julia de Burgos-Segunda parte




En 1936 publica su poema Es nuestra la hora con el cual empieza a hacerse conocer en el ambiente literario Puertorriqueño. Ese mismo año escribe también los dramas breves: llamita quiere ser mariposa, paisaje marino, la parranda del sábado y coplas jíbaras para ser cantadas.
En 1938, tras la ruptura de su matrimonio, conoce al médico y sociólogo Juan Isidro Jimenes Grullón quién habría de convertirse en el amor de su vida. Los dos años siguientes publica poemarios y es premiada por el instituto de literatura Puertorriqueña.
Alterna el periodismo con la actividad literaria mientras reside en Cuba y Estados Unidos.
En 1942 La relación con Juan Isidro llega a su fin. Tras la decepción amorosa Julia decide partir hacia la ciudad de los rascacielos, en donde deambula en busca de empleo. Durante algún tiempo trabaja como inspectora de óptica, empleada de un laboratorio químico, vendedora de lámparas, oficinista y costurera. Continuamente cambia de domicilio.
En 1944 casada con Armando Marín vive en Washington y trabaja como oficinista.
Su salud se ve deteriorada cuando le descubren un papiloma en las cuerdas vocales. Su alcoholismo se acrecienta día a día.
A fines de 1952 le realizan una operación quirúrgica y debe permanecer internada largos meses. Las repetidas crisis tanto físicas como mentales la llevan a escapar numerosas veces del hospital.
Un día de Julio de 1953 Julia del Prado sale de su casa en la que vive con familiares y jamás regresa. El informe oficial según consta en un periódico de Brooklyn indica que es encontrada inconsciente en la calle, muriendo posteriormente rumbo al hospital.


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Romance de la Perla


El sol se sale muriendo

en sombras del caserío

y el mar se lame la vida

sobre horizonte de niños.



Duerme el hombre su ancha pena

del llanto del pan del hijo,

y toma forma de piedra

por la escalera del risco.


¿A dónde se irán sus pasos

hinchados de ahuecar bríos

en la antesala del sordo

capitalista edificio?



Ni la mañana le esconde

la mueca de su suplicio,

ni echa de ver que en sus ojos

hay ausencia de rocío…


¡Una Mirada vacíalo tira de Nuevo al nido!

¡Perla! La perla encrespada

como un hotel colectivo

en una mancha que el mar

se sacudió en raro ímpetu:

¡Perla! La perla dejada

en un fantástico olvido

para ilusión de los hombres

heridos de hambre y de frío,

¡Perla! La perla tirada

desde el tejado del risco,

que bajo tu blanca pena

exprime dolor de siglos.

¡Piedra que miras al cielo

como arrabal desteñido!

¿Quién dice noche estrellada

ante los ojos caídos

de esa frontera del hambre

que va apretándose en gritos?

¿Quién dice marco de espumas

ante el puntal del martirio

que se reseca en las almas

huéspedes del precipicio?


La vida rueda temblando

sobre el jirón extendido

en un juego con la muerte

que quiere atrapar el risco.


El mar se lame la vida,

y el sol se arropa de frío…

en cada lecho de muerte

vigila el sueño de un niño…


¡Perla! La perla más blanca

de la gran mina del rico.

¡Perla! Que ya te desgastas,

de balancearte en suspiros.

¡Perla! Que ya te derrumbas

bajo tu pecho sombrío

mientras se elevan cuarteles

y el mar se infecta de tiros.


¡Piedra que miras al cielo

como arrabal desteñido…!

El color rojo te tiende

en tinte de último aviso

sobre el puñal de tus noches

y tus puntales caídos.


Al otro lado del mar

nos duele tu sed de siglos.

Tu voz resuena más lejos

que los cañones temidos.


En la antesala del mundo

ya anuncia el sol colectivo.

¡Perla! ¡Levanta tus manos

y alza tu dolor en bríos…!

Julia de Burgos-Primera entrega



Su nombre completo era Julia Constancia Burgos García.
Nació en Carolina, Puerto Rico en 1914 y a pesar de la pobreza en que vivía junto con sus otros 12 hermanos, ella fue la única que pudo terminar sus estudios secundarios.
A los 19 años se graduó de maestra en la universidad de Puerto Rico. Ejerció como periodista y viajó por la isla promoviendo sus dos libros de poemas.
Su poesía reflejó las influencias de Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou , Clara Lair y Luis Lloréns Torres –de quién fue amiga; también Pablo Neruda , Rafael Alberti y Vicente Huidobro
resuenan en su estilo tan personal y apasionado de sus letras.
Estuvo casada dos veces pero el amor de su vida fue Jimenes Grullón y muchos de sus poemas fueron inspirados por él.
En 1939 Julia de Burgos y su esposo viajaron a Nueva York; luego que su matrimonio fracasó ella retornó a Cuba y más tarde regresó a Nueva York por su cuenta.
En Nueva York cayó en una depresión y se sumió en el alcoholismo.
Un 6 de julio de 1953 se enfermó de pulmonía y murió en un hospital en Harlem a los 39 años de edad.
Debido a que nadie reclamó su cuerpo y a que no llevaba identificación alguna, fue enterrada anónimamente en una fosa común con el nombre de “Jane Doe”.
Posteriormente algunos de sus amigos pudieron encontrar su tumba y reclamaron su cuerpo; sus restos fueron enviados a Puerto Rico donde se le dio un entierro de Héroe y se le construyó un monumento en la ciudad de Carolina donde había nacido.

Rompeolas, poema de Julia de Burgos

Voy a hacer un rompeolas
con mi alegría pequeña...
No quiero que sepa el mar,
que por mi pecho van penas.

No quiero que toque el mar
la orilla acá de mi tierra...
Se me acabaron los sueños,
locos de sombra en la arena.

No quiero que mire el mar
luto de azul en mi senda...
(¡Eran auroras mis párpados,
cuando cruzó la tormenta!)

No quiero que llore el mar
nuevo aguacero en mi puerta...
Todos los ojos del viento
ya me lloraron por muerta.

Voy a hacer un rompeolas
con mi alegría pequeña,
leve alegría de saberme
mía la mano que cierra

No quiero que llegue el mar
hasta la sed de mi pena,
ciega en mitad de una lumbre,
rota en mitad de una ausencia.