Sylvia Plath-segunda parte




Recordemos que Sylvia Plath nació en Bostón, EEUU en 1932.
En Londres conoció al escritor Ted Hughes con quién se casó y quién luego de la muerte de Plath se encargaría de publicar la edición completa de las obras de la poeta.
En 1982, Plath fue la primera poeta en ganar un premio Pulitzer póstumo (por Poemas Completos-The Collected Poems).
Muchos críticos, sobre todo del ámbito feminista, han acusado a Hughes de intentar controlar las publicaciones para su propio beneficio. Por su parte, Hughes lo ha negado enérgicamente.
Sylvia Plath se quitó la vida después de separarse de su marido, que por aquel entonces ya había dejado embarazada a la que sería su siguiente pareja estable Assia Wevill.
A favor de la leyenda negra de Ted Hughes están las sospechas de que manipuló el legado literario de Sylvia Plath para oscurecer las referencias personales a él mismo y a la aterradora coincidencia de que Assia Wevill, aquella por la que abandonó a Plath, acabara cometiendo suicidio a su vez, seis años después que Plath, y de una manera casi calcada: dejándose intoxicar por el gas del horno.
Sin embargo hay una diferencia sustantiva entre los dos suicidios: Sylvia Plath no sólo selló concienzudamente las habitaciones de sus hijos para que el gas no les hiciera daño sino que les dejó leche y galletas por si sentían hambre al despertar su primera mañana sin madre. Assia Wevill se llevó consigo a la muerte a su pequeña de cuatro años.
Escucharemos la voz de la misma Sylvia Plath con su poema “The applicant”- El aspirante.


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El aspirante

Para empezar: ¿eres de los nuestros?
¿Llevas
ojo de cristal, dentadura postiza, muleta,
braguero o garfio,
pechos de goma, entrepierna de goma,

costurones que muestren que algo falta? ¿No? Entonces,
¿cómo podemos darte nada?
Deja de llorar.
Abre la mano.
¿Vacía? Vacía: ahí va una mano

para llenarla; dispuesta
a preparar el té y a dar masajes que ahuyenten la jaqueca,
y a hacer lo que le digas.
¿Te casarás con ella?
Viene con garantía

de cerrarte los ojos al final
y disolverse de dolor.
Sacamos caldo nuevo de la sal.
Observo que estás desnudo:
¿qué tal este traje?

Negro y tieso, pero no sienta mal.
¿Te casarás con él?
Es impermeable, irrompible, a prueba
de fuego y de bombas que hundan los tejados.
Créeme: te enterrarán con él.

Ahora bien: la cabeza la tienes vacía, con perdón.
Dispongo de remedio para eso.
Ven aquí, corazón, sal del armario.
Bueno, ¿qué te va pareciendo la cosa?
Está, para empezar, como un papel desnuda;

pero dentro de veinticinco años será de plata,
de oro dentro de cincuenta:
una muñeca viva, mires por donde mires.
Sabe coser, y sabe cocinar,
y sabe hablar, hablar y hablar.

Funciona sin averías.
Si tienes agujeros, será parche poroso.
Si tienes ojos, será una imagen.
Es tu último clavo ardiendo, muchacho.
¿Te casarás, te casarás, te casarás con ella?

http://www.youtube.com/watch?v=DQySAjflgnA