Si consideramos, de Charles Bukowski

Si consideramos lo que puede verse:

motores que nos vuelven locos,

amantes que acaban odiándose,

ese pescado que en el mercado

mira fijamente hacia atrás adentrándose en nuestras

mentes,

flores podridas, moscas atrapadas en telarañas,

motines, rugidos de leones enjaulados,

payasos enamorados de billetes,

naciones que trasladan a la gente como peones de

ajedrez,

ladrones a la luz del día con maravillosas

esposas y vinos por la noche,

las cárceles atestadas,

el tópico de los parados,

hierba moribunda, fuegos insignificantes,

hombres suficientemente viejos como para amar la

tumba.


Estas y otras cosas

Demuestran que la vida gira sobre un eje podrido.


Pero nos han dejado un poco de música

y un póster clavado en el rincón

un vaso de whisky, una corbata azul

un delgado volumen de poemas de Rimbaud,

un caballo que corre como si el diablo le estuviera

retorciendo la cola

sobre la hierba azul y el griterío

y después, de nuevo, el amor

como un coche que dobla la esquina

puntual,

la ciudad a la espera

el vino y las flores

el agua corriendo a través del lago

y verano e invierno y verano y verano

y de nuevo invierno.