En 1938, tras la ruptura de su matrimonio, conoce al médico y sociólogo Juan Isidro Jimenes Grullón quién habría de convertirse en el amor de su vida. Los dos años siguientes publica poemarios y es premiada por el instituto de literatura Puertorriqueña.
Alterna el periodismo con la actividad literaria mientras reside en Cuba y Estados Unidos.
En 1942 La relación con Juan Isidro llega a su fin. Tras la decepción amorosa Julia decide partir hacia la ciudad de los rascacielos, en donde deambula en busca de empleo. Durante algún tiempo trabaja como inspectora de óptica, empleada de un laboratorio químico, vendedora de lámparas, oficinista y costurera. Continuamente cambia de domicilio.
En 1944 casada con Armando Marín vive en Washington y trabaja como oficinista.
Su salud se ve deteriorada cuando le descubren un papiloma en las cuerdas vocales. Su alcoholismo se acrecienta día a día.
A fines de 1952 le realizan una operación quirúrgica y debe permanecer internada largos meses. Las repetidas crisis tanto físicas como mentales la llevan a escapar numerosas veces del hospital.
Un día de Julio de 1953 Julia del Prado sale de su casa en la que vive con familiares y jamás regresa. El informe oficial según consta en un periódico de Brooklyn indica que es encontrada inconsciente en la calle, muriendo posteriormente rumbo al hospital.
en sombras del caserío
y el mar se lame la vida
sobre horizonte de niños.
Duerme el hombre su ancha pena
del llanto del pan del hijo,
y toma forma de piedra
por la escalera del risco.
¿A dónde se irán sus pasos
hinchados de ahuecar bríos
en la antesala del sordo
capitalista edificio?
Ni la mañana le esconde
la mueca de su suplicio,
ni echa de ver que en sus ojos
hay ausencia de rocío…
¡Una Mirada vacíalo tira de Nuevo al nido!
¡Perla! La perla encrespada
como un hotel colectivo
en una mancha que el mar
se sacudió en raro ímpetu:
¡Perla! La perla dejada
en un fantástico olvido
para ilusión de los hombres
heridos de hambre y de frío,
¡Perla! La perla tirada
desde el tejado del risco,
que bajo tu blanca pena
exprime dolor de siglos.
¡Piedra que miras al cielo
como arrabal desteñido!
¿Quién dice noche estrellada
ante los ojos caídos
de esa frontera del hambre
que va apretándose en gritos?
¿Quién dice marco de espumas
ante el puntal del martirio
que se reseca en las almas
huéspedes del precipicio?
La vida rueda temblando
sobre el jirón extendido
en un juego con la muerte
que quiere atrapar el risco.
El mar se lame la vida,
y el sol se arropa de frío…
en cada lecho de muerte
vigila el sueño de un niño…
¡Perla! La perla más blanca
de la gran mina del rico.
¡Perla! Que ya te desgastas,
de balancearte en suspiros.
¡Perla! Que ya te derrumbas
bajo tu pecho sombrío
mientras se elevan cuarteles
y el mar se infecta de tiros.
¡Piedra que miras al cielo
como arrabal desteñido…!
El color rojo te tiende
en tinte de último aviso
sobre el puñal de tus noches
y tus puntales caídos.
Al otro lado del mar
nos duele tu sed de siglos.
Tu voz resuena más lejos
que los cañones temidos.
En la antesala del mundo
ya anuncia el sol colectivo.
¡Perla! ¡Levanta tus manos
y alza tu dolor en bríos…!